Rehabilitación de la Casa del Obispo
Este es sin duda un proyecto de largo recorrido. En las bases del concurso, ganado en el año 1996, se solicitaba “mantener” los elementos arquitectónicos más destacables: su escala, con la sencilla volumetría de sus primeras crujías que ofrecen fachada a las calles; su silueta, con la imagen fragmentada de los elementos de la cubierta en sus segundos planos; su interior, con la disposición de sus crujías ordenando el patio; y las pasarelas de menor escala que lo atravesaban a distintas alturas.
¿Cómo mantener estos elementos conceptuales sin acudir a una “reconstrucción ambiental”? ¿Qué herramienta proyectual puede servir para “conservar” la Casa? Se opta por un sencillo pero eficaz instrumento de proyecto: la repetición sistemática. La primera crujía que conforma fachada a la calle, único elemento que quedaba en pie y soporte de unos valiosos esgrafiados geométricos, se repite con su volumetría esencial hasta crear una serie de cinco elementos, que dan lugar a una silueta reconocible y escala a la nueva situación urbana.
Esta primera crujía, soporte de la memoria de la Casa a la ciudad, se aprovecha como volumen patrón de la serie que también ha de atender a otras solicitaciones demandadas como el orden de su interior. La repetición no ha de ser necesariamente una “clonación”; estos nuevos elementos han de ser una nueva oportunidad del proyecto, una serie de elementos en cuya sección se caracteriza su interior. Las nuevas piezas cuelgan sobre ese espacio, liberando así el plano del suelo, como unos vagones de hormigón y acero que se unen puntualmente con unas pasarelas. Una estructura pesada y densa que se inserta una a una con respeto, desmaterializada a la vez por la potente luz que lo atraviesa, hasta bañar cenitalmente el nuevo regalo del espacio interior. Una luz controlada a través de la sección que potencia aquellos elementos arquitectónicos de mayor interés que se recordaban de la antigua Casa del Obispo